Las gemas de color proceden de más de 50 países y existen más de 200 variedades. A diferencia de lo que ocurre en la minería de oro y de diamantes, cerca del 80% de la producción mundial de piedras de color se enmarca en la MAPE. Se trata de pequeñas explotaciones de interior o de cielo abierto, habitualmente en lugares remotos, donde se utilizan métodos rudimentarios y herramientas manuales, con una mecanización limitada o nula.
Aproximadamente el 90% se extraen en países de África, Asia y América Latina. Frecuentemente, la minería artesanal de gemas de color es una actividad incentivada por la pobreza y, en determinadas zonas del mundo, representa una de las pocas oportunidades de ingresos al alcance. En muchas ocasiones, se lleva a cabo de forma informal, e implica duras y largas jornadas de trabajo que, rara vez, se traducen en pagos justos. El empleo de mano de obra infantil también es una característica habitual: más de un millón de niños y niñas trabajan en minas artesanales.
La minería acostumbra a ser una actividad peligrosa, especialmente cuando se hace con escasos recursos y sin las medidas de seguridad adecuadas. Los túneles excavados a demasiada profundidad y con un soporte e infraestructura insuficientes pueden derrumbarse y dejar atrapados a los trabajadores. Cuando las lluvias tropicales son intensas, las minas pueden inundarse. Han ocurrido accidentes devastadores debido a derrumbes, caídas en pozos, equipamientos en mal estado, etc. Además, abundan las afectaciones respiratorias crónicas a causa de la exposición a polvo, así como la proliferación de enfermedades como la malaria, la tuberculosis o el VIH/SIDA en las zonas mineras. Las problemáticas de salud no se limitan a las personas que trabajan en las minas, sino que se extienden a las involucradas en el próximo tramo de la cadena. Debido a la exposición durante el corte de gemas, los talladores suelen contraer enfermedades pulmonares mortales, como la silicosis (que surge a causa de la inhalación de polvo de sílice cristalina; provoca daños irreversibles en los pulmones y, a menudo, la muerte prematura).
En la actualidad tampoco existen estándares de certificación reconocidos para las gemas de color. Realmente, este mercado es el menos controlado en la industria de la joyería. El recorrido de las gemas es muy difícil de trazar, ya que intervienen múltiples intermediarios, y sus cadenas de suministro son muy complejas. Se dice que pueden cambiar de manos docenas de veces antes de llegar al cliente final.
Las gemas de color responsables
A pesar de este lóbrego escenario, la MAPE de gemas de color es un terreno fértil y esperanzador para la creación de iniciativas responsables con impacto positivo. Se trata de proyectos que, además de garantizar precios justos y el respeto a los derechos humanos y al medioambiente a lo largo de la cadena, siguen el modelo mine-to-market (de la mina al mercado). A grandes rasgos, este modelo se rige por la enorme reducción de intermediarios y la documentación de la trazabilidad en todo el recorrido de la gema.
Si bien en el ámbito de las gemas no hay estándares fiables, la trazabilidad y la transparencia son aspectos con los que podemos contar con las piedras procedentes de las iniciativas de pequeña minería responsable, que destacan por la cercanía con las minas. Cuanto más estrechamente trabaja la empresa proveedora con las minas, más puede garantizar la trazabilidad en la cadena de suministro.
Para conocer las distintas opciones que recomendamos, visita nuestro Directorio de proveedores.
Para ampliar información, consulta el capítulo dedicado a las gemas de color de la guía La joyería responsable.