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Experiencias de joyeria responsable

Emilie Bliguet: el cambio al metal justo más radical, en un espacio de intercooperación

El trabajo de una joyera es profundamente artesanal: son horas de diálogo entre materia y artista. Dice Emilie Bliguet que, en esos momentos de intimidad, las manos artesanas escuchan las historias que el metal cuenta acerca de su origen. Así fue como un día, hace ya más de diez años, decidió emprender la búsqueda de otras historias.

Recuerda que no era fácil por aquel entonces. Oro Verde era la única iniciativa de abastecimiento responsable de metal y los intentos que hizo no tuvieron resultado. Un tiempo después este proyecto dio lugar a la creación del sistema de certificación internacional Fairtrade y Fairmined para minería artesanal y de pequeña escala. Esto significó un gran paso adelante. En 2014 obtuvo la licencia Fairmined e integró el oro y la plata responsables en su joyería.

La suya no fue una transición gradual, sino un cambio más bien radical. Enseguida, el 80% de su producción pasó a estar elaborada con metal justo y trazable. En el caso del metal, recalca que es mucho más sencillo de lo que puede parecer. Al menos lo fue para ella. También incorporó los diamantes y las gemas de color, aunque en el ámbito de las gemas reconoce tener más dificultades para avanzar. La mitad de las que usa son de origen responsable y se plantea este punto como un aspecto a mejorar. Aún cuenta con bastante stock de un viaje que realizó hace años a la India y, a veces, le cuesta encontrar el tipo de piedra que busca en el plazo de entrega de la pieza.

En el barrio del Born, en pleno corazón de Barcelona, Emilie comparte el estudio Espai Micra con otras dos joyeras con las mismas inquietudes y valores. Cooperar es una de las bases para una joyería más responsable, señala. Juntas buscan proveedores, investigan y testean productos y técnicas menos contaminantes, e incluso estudian los pequeños detalles del taller para aplicar las opciones más sostenibles: desde los productos de limpieza, a filtros para el agua, la reutilización del packaging, la restauración de los muebles o la mensajería en bicicleta. Su vínculo con el barrio es estrecho y forman parte de iniciativas comunitarias para estimular el pequeño comercio local y promover la artesanía. Hace tres años consiguieron la certificación Biosphere y este proceso les abrió la mirada a nuevos aspectos como la perspectiva de género o la comunicación.

La comunicación es, de hecho, uno de los grandes retos de Emilie. Explicar más y explicar mejor estas otras historias con impacto positivo detrás de sus piezas, los motivos por los que elige trabajar con materiales responsables, cómo revierte esto en el precio, etc. Y contribuir a generar conciencia crítica también desde una comunicación activa, honesta y transformadora.