origen

Actualidad

¿Por qué el metal reciclado no es la primera opción para una joyería responsable?

Cada vez son más las marcas que optan por el metal reciclado por razones de sostenibilidad. Nosotras, en cambio, priorizamos el metal procedente de la pequeña minería responsable. Explicamos el porqué de esta elección.

Plata_1440x640

A menudo se asocia el uso de materiales reciclados con el compromiso ambiental de la industria. Se afirma que tiene un menor impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero, que reduce la extracción de los recursos (finitos) del planeta y que está desvinculado de situaciones de abusos de derechos humanos o ambientales. [1]

Pero, en joyería, el reciclaje (o mejor dicho, la reutilización) ha sido siempre un hábito necesario debido al valor de las materias primas que empleamos, con lo cual por sí mismo es un hecho que tiene muy poco de encomiable. Los restos de oro o plata no se han desperdiciado nunca, se reciclan desde hace cientos de años ya que son demasiado valiosos. De hecho, señala Florian Harkort, cada año se reciclan 5 mil toneladas de plata, no por cuestiones éticas o medioambientales, sino porque debido a este alto valor el reciclaje de metales preciosos también es un negocio. [2] Igualmente en el caso del oro. 

Ante la gran duda que nos surge como profesionales de la joyería que queremos avanzar en una dirección más responsable, al debatirnos entre comprar metal reciclado o metal minado de forma justa y sostenible, exponemos algunos argumentos que deberíamos tener en consideración. 

El metal reciclado, a diferencia del metal procedente de la minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) responsable, no puede garantizar su origen limpio, su trazabilidad hasta la extracción. Esto significa que el oro extraído de forma sucia puede derivar fácilmente en oro reciclado, sobre todo en el caso de los desechos de fabricación. “Los principales estándares adoptados por la industria de la joyería incluyen los desechos de fabricación como material apto para ser oro reciclado. Como algunas fabricaciones, particularmente en el sector de lujo, pueden generar más del 50% de chatarra, esto significa que el oro recién extraído se puede introducir en productos reciclados tan solo unas pocas semanas después de su extracción.” [3] 

De este texto de Patrick Schein se deduce que, con el actual estándar de RJC, es perfectamente factible “blanquear oro” de un país en conflicto en pocos días para introducirlo sin problema alguno en la cadena de custodia CoC. Simplemente llevando a un afinador autorizado las escobillas y retales de un oro comprado, por ejemplo, en Dubái. 

Asimismo, no hay nada que nos asegure que el oro reciclado que vayamos a utilizar no provenga del que robaron hace décadas los nazis a la población judía o del que expoliaron hace siglos los colonizadores españoles a los pueblos indígenas americanos. 

Y es que no todo el oro reciclado es “oro bueno”, dicen algunos expertos. Parte de este oro procede de traficantes de drogas, del crimen organizado y de otras formas para blanquear ganancias ilícitas. La London Bullion Market Association ha calificado el oro reciclado como «un riesgo particular de blanqueo de dinero porque el origen de las barras de oro y de las joyas de desecho puede ser fácil de ocultar». [4] Además, parte del oro etiquetado como reciclado puede no serlo realmente. La ONG SwissAid denunció en 2020 que gran parte del «oro reciclado» que vendían las refinerías locales era, de hecho, recién extraído, a veces por milicias sudanesas implicadas en abusos de los derechos humanos. [5]

Por otro lado, usar solamente metal reciclado, que originariamente también se extrajo en unas condiciones que desconocemos, no ayuda a la minería a ser más responsable. A pesar del gran peso de la joyería en su demanda anual, el oro y la plata son sinónimo de dinero debido a su importante papel en el sistema financiero, además de la función que juegan en otras industrias, que cada vez lo demandan más. Esto nos lleva a pensar, considerando las dinámicas globales en su demanda y consumo, que el uso de metales preciosos reciclados en joyería no va a revertir en ningún cambio en el mercado global, puesto que se seguirá minando para satisfacer la alta demanda de otros sectores.

Afirmar que el oro reciclado es mejor para el medioambiente implicaría que su uso tuviera un efecto directo en la disminución de la minería. Sin embargo, en la actualidad no hay pruebas (de hecho, hay muchas pruebas en contra) de que el uso de oro reciclado tenga algún impacto en la extracción. Se estima que entre el 30 y el 40% del oro del mercado siempre ha sido oro reutilizado. [6] En el caso de la plata, el reciclaje solo puede cubrir el 20% de la demanda global. 

“Si los joyeros no hacen el esfuerzo de usar este oro y simplemente siguen promoviendo el oro reciclado como la única solución ética, entonces, al no contribuir al sector de la MAPE que necesita incentivos de mercado para que se convierta en lo común, estoy convencido de que la opción exclusiva de oro reciclado algún día llegará a un callejón sin salida por no abordar la situación e ignorar la minería, que no se detendrá.”, sostiene el proveedor, refinador y experto en MAPE responsable Patrick Schein. [7]

Otra diferencia fundamental con el metal justo certificado es que el reciclado no aporta ningún valor social positivo añadido. Además de los precios justos, de las condiciones dignas y del respeto medioambiental que se garantizan en la MAPE responsable, así como la estimulación de la actividad económica en estas regiones tradicionalmente empobrecidas, cuando la MAPE está reconocida por estándares de certificación como Fairmined o Fairtrade, las organizaciones mineras reciben unas primas que se destinan a proyectos de desarrollo comunitario (infraestructura, salud, educación, etc.).  Usar oro y plata de origen responsable tiene un impacto directo, visible y cuantificable en beneficio de los mineros y del bienestar de la comunidad. 

Por el contrario, la vida de millones de mineros y sus familias se ve afectada en un sentido negativo porque los precios del oro reciclado son muy similares, e incluso pueden llegar a ser más bajos, respecto al precio del oro convencional extraído. Si cada vez más personas eligen el oro reciclado, se crea una gran presión sobre los precios que hace que los pequeños mineros de muchos lugares reciban una remuneración demasiado baja. [8] 

Todo ello no significa que el oro reciclado sea una mala opción, sino que aún tiene mucho margen de mejora, sobre todo en cuanto a procedencia y transparencia. Se debe exigir que se lleve a cabo mediante un sistema de certificación de máxima fiabilidad. No debería ser una declaración de intenciones, como sucede en ocasiones, sino un hecho registrado internamente y auditado externamente. El sistema de control del reciclaje aún tiene mucho camino por recorrer para ser más efectivo de lo que es actualmente.

Desde la visión de joyería responsable que defiende el colectivo ORIGEN – Gold for Future, ante la disponibilidad real de metal justo y trazable, el uso de metal reciclado no es una opción válida para la práctica de una joyería verdaderamente responsable y proactiva. Si realmente queremos marcar la diferencia, y además incidir en la industria minera, la vía es apostar por las iniciativas de minería responsable que encontramos en la MAPE, dado su alto impacto en la creación de empleos dignos, el desarrollo comunitario y la sostenibilidad ambiental.

Un apunte final

El término «reciclado» atribuido a los metales preciosos que utilizamos en joyería es muy confuso y se aplica con demasiada frecuencia a casi cualquier cosa. Incluso el tratamiento de los residuos de producción suele denominarse reciclaje. Pero, en realidad, los joyeros no reciclamos porque el metal no ha llegado al final de su vida útil, lo que hacemos es sobre todo reaprovechar. Es lo mismo que hacen los fabricantes de galletas, tal como ejemplifica Fairever en un artículo de imprescindible lectura. “Se extiende la masa y se cortan las galletas. Los restos de masa restantes se amasan de nuevo y se extienden para formar nuevas galletas. Probablemente a nadie se le ocurriría llamar a esto reciclaje. Por supuesto, estos residuos postindustriales se reprocesan por razones pragmáticas.” [9]